La Aldea - Degollada de Tasarte - Mogán.


Y seguimos uniendo caminos.

Con la idea de continuar concatenando itinerarios nos fuimos esta vez, una vez más este año, para La Aldea, con la vista puesta allí hasta donde nuestros pies querían llegar, al pueblo de Mogán.


En realidad este trayecto, así, a simple vista, no era el más atrayente, pues este discurre en su mayor parte muy próximo a la carretera que une ambas poblaciones, y por la que uno ha transitado en un sinfín de ocasiones, a pesar de su lejanía. No obstante, si hay algo que este humilde caminante fue capaz de percibir allá por sus ya lejanos comienzos, fue esa maravillosa realidad en forma de experiencia que nos demuestra, una y otra vez, que cada nueva perspectiva, cada nuevo punto de vista adquirido sobre una misma cima, barranco, riachuelo o degollada, nos ofrece la posibilidad de ir conociendo un poco mejor todo lo que inocentemente creímos descubrir aquella vez primera. De esta manera, cada vez que desparramamos la vista sobre un mismo lugar, pero desde un punto distinto, aquel se muestra como un paisaje completamente novedoso ante nuestra incrédula mirada. Tal y como podemos afirmar, sin temor alguno, ocurre con las propias personas y con todo lo demás. Y permítanme, queridos lectores, extrapole algunos de estos sucintos desvaríos míos, a la simple contemplación de un paisaje, pues ¿cuántas veces hemos visto cambiar a alguien desde su plena quietud? ¿Cuántos criterios hemos modificado a raíz de un vago movimiento nuestro? ¿Acaso está en nuestras manos el dominio absoluto de la realidad?. Y entonces, ¿Cuántas veces hemos visto como la forma de una determinada montaña mudaba según nuestra perspectiva o posición? ¿Cuántos valles han visto dilatados sus cauces una vez nos hemos atrevido a penetrar en ellos? ¿Acaso, cuando nos subimos a un avión y escudriñamos a través de la ventanilla, no nos estremecemos por la tremenda insignificancia de ese territorio en el cual transcurre el más alto porcentaje de nuestros días? ¿Acaso, incluso, podemos observar de igual manera, una misma cosa, a lo largo de los distintos períodos de un mismo día, más cuando todos sabemos ya de lo que las sombras son capaces? Pues entonces; “¿porqué no realizar esta ruta?”, me auto-convencía yo. Y así se hizo y así se comprobó y se justificó todo lo anteriormente expuesto.




En cuanto a la ruta en sí, aproximadamente los cinco primeros kilómetros transcurren bien por carreteras vecinales, bien circundando las fuentes de riqueza de este municipio, los tomateros. Una vez nos alejamos ya del pueblo, nos introducimos por una buena vereda que progresivamente nos continuaría haciendo ganar altura, siempre con amplias panorámicas de las montañas del Viso e Inagua. Sus paredones, aparentemente inaccesibles, aún proyectaban, tímidamente, sus refrescantes sombras cuando pasamos frente a ellas, mientras el día se presentaba bastante caluroso. Luego alcanzaríamos la Degollada de Tasartico, desde donde teníamos la opción de ir por carretera hasta la siguiente, la de La Aldea, o investigar un poco por otro camino que desde ésta sale un tanto disimuladamente. Optamos por lo segundo y, una vez localizado y tras un rato siendo refrigerados por una espesa bruma, llegamos a un punto en el que nos surgieron ciertas dudas sobre por dónde continuar. Finalmente torcimos por una pequeña canaleta, en vista de que aparecía un camino por ella, pero éste pronto se transformó en una sucesión de caminos de cabras paralelos, cada vez más estrechos y que finalmente desaparecían por entre la xerófila vegetación. Por suerte esto sucedía a escasos metros de la carretera, que a su vez estaba ya a unos pocos metros del siguiente punto de destino, la Degollada de La Aldea, el más alto de la jornada. Ahí paramos para avituallarnos un tanto y nos reímos solo "un poquillo" con alguna que otra anécdota que prefiero reservarme de momento.


 A partir de ahí el camino continúa un tanto interrumpido por la invasora vegetación. También hay que estar atentos en algún que otro cruce, aunque por fortuna nosotros íbamos bien provistos y no tuvimos demasiados percances. Mientras, las formas de las montañas y sus valles vuelven a seducirnos con sus particulares apariencias, y sus cimas nos tientan descaradamente para que un día volvamos en busca de sus siempre atrayentes secretos. Luego pasamos próximos al pueblo de Tasarte, atónitos ante las huellas del desastre provocado por las lluvias torrenciales del año anterior. Más adelante y tras una breve subida alcanzamos la Degollada de Tasarte, a partir de la cual el camino se vuelve más claro y evidente, se ve que recientemente favorecido, y por el que progresivamente nos vamos aproximando a las casas de Veneguera. Desde aquí, al estar más alejados de las escarpadas paredes, se puede contemplar como enormes piedras desperdigadas por la ladera adquieren la apariencia de piedrecillas que en algún momento dado se precipitaron montaña abajo, lo cual suscita que en la retina de la imaginación de uno se proyecten verdaderas escenas de ciencia ficción. Cuando atravesamos las Casas de Veneguera, nos transformamos en itinerantes testigos de las apacibles horas de descanso en que los lugareños bien descansan, bien conversan un tanto vaporosos, bien leen el periódico, bien se dejan caer con la motocicleta sin el motor en marcha. Nosotros saludamos amigablemente y continuamos con los últimos kilómetros de andadura, para lo que tenemos que afrontar los postreros doscientos metros de desnivel positivo y luego negativo, justo cuando el calor sigue haciendo que por nuestras frentes y carrillos se deslicen hábilmente las últimas gotas de sudor de la jornada. Una vez alcanzamos esta última cota, ya se divisa el pueblo de Mogán a tan solo unos pocos metros a nuestros pies, y para allá nos dirigimos pensando en el refrigerio que nos espera al final de este sofocante día. Y así concluía un nuevo y gran día para el recuerdo.

Para los responsables de la señalización de caminos (que no para los que los señalizan): “hombre, ya que se ponen, pónganse bien. A medias no”. Y es que en esta isla parece que cuesta hacer las cosas bien del todo, y la iniciativa de señalizar los caminos parece en manos de alguien cuyas buenas intenciones no quitan las carencias de su buen hacer.

En cuanto al track, cuando resuelva el final del tramo de la Degollada de Tasarte a la Degollada de La Aldea, que no se cuando será, lo colgaré.

Saludos y buen camino!!


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