4ª ETAPA. Tijarafe - Refugio del Pilar.


Por suerte, las molestias estomacales con las que me había acostado no fueron a más, así que cuando desperté recuperé la cena perdida. Recogida de bártulos tradicional, desmonte de la villa y, como no, a caminar. El cansancio se deja notar cada día más y ésto debía de quedar bien reflejado en mi rostro, si no, no me explico porqué cuando aún estaba dando forma a la mochila y pasaron tres chiquitas, éstas me volvieron a mirar con extrañeza. O se estarían preguntando ¿y éste personaje que hace durmiendo aquí?
Para calentar, como no podía ser de otra manera, hay que salir del barranco, por lo que unas buenas cuestas me dan los buenos días. Aquí los dolores del cansancio y del roce de mis talones son mitigados tras varios minutos de calentamiento, o disimulados por la readaptación a las circunstancias, así que toca continuar y esperar a que el deseado momento llegue. Esta jornada, así, a simple vista, no parecía que fuese a tener una gran dureza. Las intenciones iniciales eran las de llegar hasta Los Llanos, comer, hacer compra y luego seguir la aproximación hasta el inicio del camino al Pico Bejenado, destino inicialmente previsto. Pero eso exactamente no es lo que luego sucedería.

Tras sortear unos pocos barranquillos voy a parar a una pequeña área recreativa, la cual me encuentro para mí solito. Resuelvo aprovechar para higienizar un poco y poner a secar otro tanto las cosas mojadas, beneficiándome de la fugaz presencia de un rayito de sol. "Como hoy vamos bien de tiempo no pasa nada si nos quedamos aquí un ratito", pienso yo. Acto seguido emprendo de nuevo el camino a través, en muchas ocasiones, de caminos vecinales y carreteruchas, siempre próximo a la carretera principal, que tengo que cruzar en diversas ocasiones. Un poco más adelante ya me acerco al final de la crestería que circunda la Caldera por su cara norte, desde la cual se aprecia una amplia perspectiva de lo que aún queda para hoy. Aquí venía la bajada del día, aproximadamente seiscientos metros de desnivel por buen camino pero algo tortuoso. El calor empezó a pegar fuerte, imagino que para no poner las cosas demasiado fáciles a la hora de la subida. Cuan al fin se alcanza el cauce del valle, muy próximos al Puerto de Tazacorte, así, sin más, el camino comienza a ascender entre plataneras, y yo practico el buen uso y empleo de los bastones ¡qué haría yo sin ustedes dos, amiguitos míos, compañeros de fatigas! Como en el fondo me gusta bastante subir, disfruto con el esfuerzo, hasta que al fin alcanzo los primeros barrios de Los Llanos, por lo que me adentro esperanzado por llegar pronto ante tan ansiado plato de comida. Tenía antojo bien de pasta, bien de una buena pizza (que ya está bien de tanto bocata, ¿aunque no es la pizza acaso un bocata aplanado?, je) Pregunto a unos chicos y éstos me orientan sobre donde podía dar complacencia a mi capricho. Allí, todo lleno yo de calma, me pido una buena ensalada y una pizza, y mientras espero me pongo a cargar baterías. El dueño del restaurante es un italiano un tanto peculiar, pues se le escucha dar unos berridos telefónicos formidables, gran manera de atraer a la clientela, ¡Si señor!. Una vez  saciado mi apetito me dirijo al super para recargar provisiones, pues hasta dos días más tarde no habían intenciones de pisar ningún núcleo urbano. También es cierto que podía haber hecho la compra en El Paso y ahorrarme subir ese tramo  cargado, pero así soy yo, no sería para tanto.

Una vez mal puesta la compra en la mochila inicio la salida (17:30 h.) de Los LLanos, buscando el sendero LP-01 y a la expectativa de comprobar cual sería la característica de este trayecto. Lo inicio por un canal paralelo a la pista por la que va el camino original. En un punto, un pequeño montículo me da la opción de subir los tres metritos de altura que me separaban del camino, así que aprovecho por si las moscas este tuerce de repente. Pero...,¡ahí va, casi me mato!, doy un mal apoyo y me meto un tortazo, me llevo un susto importante. De la forma más tonta es cuando generalmente suceden las desgracias, y esta, por su ridiculez, a punto estuvo de provocar una. Luego, un tanto azorado continúo, cuando el camino resulta que al final convergía con el canal, para luego salir hacia una carretera de asfalto, que no abandonaría hasta mucho más arriba. Se trata de una carretera estrecha que une ambas poblaciones, por la que circulan continuamente los coches y en donde me tengo que ir apartando para que no me lleven por delante. ¡Bonito sendero! justo lo que me esperaba. Así, tras una subida contínua y tras un buen rato llego a El Paso, donde el movimiento de la civilización es prácticamente nulo. Yo sigo para adelante mientras el tiempo se me va echando encima y continúo sin ver claro donde voy a pasar la noche. No se me apetecía sino montar la caseta con tiempo suficiente como para no sentir la necesidad de echarme a dormir enseguida, pero la cosa no prometía. Quería subir al Pico Bejenado, pero en realidad no tenía claro el momento en que realizar el ascenso, si a primera hora o a última para intentar ver un atardecer. Me planteo la opción de seguir hasta el Refugio del Pilar, allí hay equipamiento y siempre es más acogedor acampar, pero está a un buen rato aún. Voy recapacitando yo a la vez que progresivamente y de manera casi imperceptible, desgasto los tacos de mis playeras, hasta  que de pronto me tropiezo a un señor que camina junto a su hijo y me pregunta que para dónde voy. Yo, aún con mis dudas revoloteando en mi mollera, le respondo que para el Refugio del Pilar (especifico: es un área de acampada y recreativa, no un refugio en sí). Así se da por iniciada una conversación ciertamente dilatada, en la que terminan interviniendo tres amigos suyos. Me especifica por donde terndría que ir para acceder al Refugio, aunque por suerte la buena señalización hace que esto quede en un mero formalismo. Nos despedimos y para adelante. Yo, que en realidad aún no había decidido qué es lo que iba a hacer, finalmente me resigno a seguir caminando y opto por dar por ciertas las intenciones manifestadas a mi esporádico amigo. Según el cartel más de ocho kilómetros, cuesta arriba, y entre una cosa y la otra, eso significaba sin dudas algo más de dos horas. Teniendo en cuenta que ya eran las 19:00 h., más me valía darme prisa si no quería que me diese la noche por el camino. La ruta sigue por asfalto, hasta que al alcanzar la carretera principal y cruzarla ya te conduce pos pistas de tierra, para más adelante pasar definitivamente a sendero. Poco a poco voy ganando altura y yo no se si por el efecto del cansancio o simplemente por lo feliz que es uno por ahí perdido en el campito, me entran arrebatos tontos y me da por perder el tiempo sacando fotos extrañas o dialogando conmigo mismo en voz alta. La senda penetra en una zona por la que discurre un río de lava reseca, creo, por la niebla que a tan solo unos metros acecha amenazante y con pinta de querer petrificarme a mí también. Una vez el sol oculto y el cielo oscureciéndose cada vez más rápido, yo me acerco a la gruesa capa de nubes al mismo tiempo que el frío renueva su protagonismo. Llega un punto en que desemboco en la carretera que sube al Refugio, y entre la oscuridad y el reflejo de mi frontal en la niebla, apenas puedo ver con cierta nitidez mucho más allá de unos tres o cuatro metros a mi alrededor. Tras desechar la posibilidad de que el camino se desvíe hacia la izquierda continúo por la carretera, hasta más adelante retomar el camino que, finalmente, ya me introduce en el bosque de pinos bajo la noche cerrada. Ya esto me lo conozco, sé que no queda mucho, no obstante, se me hace algo más largo de lo esperado. Por fin llego a las 21:40 h., muerto de frío y lloviznando. Entro en los baños para guarecerme un poco antes de montar la caseta. Luego salgo, compruebo que ya llevo perdido un guante, me congelo las manos con las piquetas, me meto dentro, deboro el trozo de pizza fría que me había sobrado de la comida y poco más. Al final, lo que esperaba fuese una jornada sin demasiadas complicaciones, terminó por tornarse más emocinante de lo esperado. Es lo bueno que tiene la improvisación.

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