A partir de aquí la compañía es constante, y el calor sigue presente, sobre todo en la primera parte de la ruta. Tal es así que en las pequeñas zonas dotadas de sombras en estos primeros kilómetros, la gente se amontona para desahogarse un poco. Los primeros seis kilómetros se me hacen bastante monótonos, pues ya los conocía de la segunda jornada. Quizás estuviese influido por la belleza de todos esos paisajes que había disfrutado en días anteriores, pero he de decir que no me pareció tan sorprendente como pensé que podría resultarme. O quizás fuese el cansancio el causante de esta impresión. El caso es que durante todo el tiempo parecía estar a la espera de encontrar algo que me sorprendiese, y no fue hasta el ultimo tramo cuando esto ligeramente sucedió. Cuando faltaba poco para concluir baje un rato al río a refrescarme, mientras contemplaba la gran cantidad de gente que tan solo a unos metros de donde estaba transitaba. Poco mas tarde de las cinco llegaba a Cain, donde mismo había estado tan solo el día anterior, sin embargo parecía haber pasado mas tiempo. Allí busque un minimercado donde aprovisionarme para el día siguiente, y donde también aproveche para abusar de la simpatía de su dueña y recargar baterías.
Allí pase la tarde, disfrutando del simple murmullo del agua correteando sobre los guijarros. Monte mi pequeña villa y cuando el sol se oculto tras los setos montañosos que nos cercaban, aproveche para volver al inicio de la ruta en busca de nuevos colores. Y asi se me hicieron las nueve, momento en que retorne al mercado para recoger el cargador. La misma señora me recomendó un restaurante en el que servían una buenas parrilladas, así que hacia allí me dirigí con la finalidad de deleitarme con una buena cena. Allí no había sino un grupo de espeleólogos y un servidor. Cuando llego el plato de comida se me debieron de abrir los ojos como platos (ñooosss!! todo eso es para mi?). A fin de que me durase tal placer el máximo de tiempo posible comí todo lo despacio que pude. Debo hacer mención a la hospitalidad del servicio del restaurante, y también el señor encargado de dejar en su punto las diversas piezas de carne. Este había estado viviendo en Canarias hacia unas tres décadas, y estuvimos hablando un rato. Luego me tome una cervecita para facilitarme un poco el sueño y con el corazón contento me fui una vez mas a mi saco para despedirme de un nuevo día.
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