27-07-10. Collado Jermoso - Cordiñanes - Cain - Canal de Dobresengos - Hoyo Grande - Urriellu

Un nuevo día amanecía y yo sin rumbo definido. Hoy se presentaba un nuevo dilema. Mi intención volvía a ser la de bajar hasta Cain para luego subir por Dobresengos hasta Urriellu, es decir, unos cuantos metros de desnivel que salvar. Segun me habian comentado en la cena de la noche anterior, La Canal de Dobresengos era la mas grande de Picos, larga y dura por el desnivel, y aqui el inconveniente era que primero habia que bajar desde donde estaba hasta Cain. Para los presentes una locura, para mi, pues como siempre, mientras mayor sea el reto mas me entra el gusanillo. Me dicen que porque no cogía otra alternativa para llegar de nuevo a Urriellu, pero yo les explico que mi intención no es llegar allí, sino disfrutar de todos esos rincones que no conozco y que para llegar nuevamente hasta el refugio hay que atravesar. Opto por bajar hasta Cordiñanes, desde ahí a Cain y una vez allí valorar nuevamente y arriesgarme a que ese fuese mi ultimo paso por esta parte del macizo. Comienzo la bajada, que tiene un desnivel de algo mas de 1200 m., así que pienso que eso es como bajar del Pico de La Bandera a San Pedro. Pero no, estos caminos nada tienen que ver, la primera parte muy incomoda y resbaladiza hace sufrir demasiado a mis desgastadas rodillas. Empiezo a asimilar que lo mejor es quedarse por Cain, ya iba castigado y las fuerzas escaseaban. La bajada se hizo interminable, pero al fin llegue a Cordiñanes. De ahi a Cain habia unos 6 kms. de carretera para bajar unos 400 m., y empece a andar sobre el monótono asfalto hasta que me da por sacar el dedo y afortunadamente un hombre (que casualmente iba a pasar sus vacaciones a Gran Canaria) me para y se ofrece a llevarme hasta Cain. Así arranco algo de tiempo, que aprovecho para comer algo y decidir definitivamente aventurar Dobresengos para arriba, y como llevaba la caseta, si se me hacia de noche la montaba y listo.


Entorno a la una, con el deposito de agua bien cargado, tomo el sendero que desde donde comí había podido observar y a la vez preguntarme por donde continuaría. Pierdo algo de tiempo intentando re-localizar el camino, y es que el terreno no dejaba intuir con claridad por donde seguía, y luego entendí porque. Una vez localizado, este comenzaba a arrimarme al risco y, disimuladamente, a abrirse hueco por el. Este es el tramo que menos me hizo gracia de toda la travesía, pues pronto me vi medio trepando por una grieta bastante vertical, donde los apoyos eran bastante resbaladizos, por la gravilla sobre la roca, que no suele ser una  gran amiga, y por la cantidad de hojarasca que viene a ser su hermana sino su aliada, cubriéndola. Tras subir unos cuantos metros y mirar la vista atrás, vi esa estela mía que rece no tener que volver a pisar (nueva versión del famoso poema de Antonio Machado, jajaja). Buuuff!! No es que fuese la zona mas peligrosa del mundo, pero es de esos pasos que al mínimo error te puede.... bueno, pues eso. Temiendo que me fuese a quedar mucho, y que al fin y al cabo, toda esta ruta fuese a ser de características similares, llegue al final de este tramo, desde donde se observa el pueblo de Cain allá abajo y el inicio de la canal al otro lado. Hacia mucho mucho calor mientras me adentraba en el valle a través de una estrecha senda, en la que por fortuna había una fuente en la que refrescarse un poco. Pronto se empieza a subir y a subir, y no hay sombra en ninguna parte del camino. Seguí subiendo y poco a poco comencé a sentir como se me iba recalentando el motor. Como norma general mi cuerpo suele sobrellevar el fuerte calor, pero esta vez ha sido de las contadas ocasiones en que este me ha desafiado seriamente. Cuando andaba anhelando desesperadamente una pequeña sombra, el camino giro a la derecha y, como no, siguió subiendo, pero a la izquierda de este apareció milagrosamente un haya en el que pude guarecerme diez minutos. Luego seguí subiendo y al rato me encontré una pareja en dirección contraria, muy amables y simpáticos, que me indicaron lo que me esperaba en los siguientes kilómetros y me dejaron un poco de agua, que a pesar de mi gran deposito ya comenzaba a escasearme. A partir de ahí la cosa seguía para arriba sin descanso, y ya caminaba a paso de tortuga intentando trepar por una duna. Cada cierto tiempo miraba el altimetro, pues a los 1900 m. me habían dicho que ya suavizaba y pasaba a llanear, cosa que aun estoy esperando, pues cuando al fin llego a esa altitud el camino se vuelve pedregoso, incomodo, y el supuesto llano dura a penas unos minutos, pronto sigue subiendo hasta alcanzar el Hoyo Grande, a partir de donde a que no saben lo que ocurre?... pues si, sigue subiendo por camino de tierra que provoca que mis playeras resbalen una y otra vez. Al fin llego al punto mas alto de la jornada, 2350 m. A pesar de la escueta descripción de una subida que duro aproximadamente seis horas, he de mencionar que a pesar del cansancio se disfruto, aunque quizá la zona mas elevada no fue como me la esperaba. Desde aqui ya reconozco que Urriellu no se encuentra muy lejos, y empiezo a descender hasta que un nevero de considerables dimensiones hace que pierda el camino. Me doy cuenta de que debo corregir la trayectoria unos 60 m. mas abajo de donde me hallo, y para eso decido descender vertiginosamente por el nevero. Esto produce que mis nalgas se congelen, pero con el movimiento se me pasa, jeje. Una vez retomado el buen rumbo continuo atravesando pequeños neveros, hasta que al apoyar la pierne derecha en uno de ellos esta se me hunde hasta altura de la cadera, mientras la otra, no se muy bien como, permenece en su sitio. No me parti de milagro, y tras comprobar que mi tobillo y mi rodilla permanecían intactos continue direccion a Urriellu mientras me paro de vez en cuando para contemplar a los rebecos que por alli anidan. A las 20:30 h. llegue, tarde para la cena, pero después de despojarme de la mochila y asearme me pedí una tapa y me comí la poca fruta que me quedaba. Fue un día dura, y para reponer fuerzas me fui al saco a hora temprana.

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