Hoy tocaba atravesar el macizo oriental, y para acceder a él tomaría La Canal de Mesones. Para desayunar unas galletas, un zumito y a desmontar la pequeña villa. El dia amanece caluroso una vez mas y mis piernas asustadas ante la nueva subida que les esperaba. Los mas madrugadores se internaban ya por la Ruta del Cares, mientras yo acudía a un bar para recargar el agua, y de ahí ya para arriba. El camino esta bien señalizado, no presentando así posibilidad alguna de perdida. En poco menos de media hora llego bañado en sudor a Cain de arriba. Venga, que es el ultimo esfuerzo, pensé. De los pocos días en que las nubes retrasan la incidencia directa de los rayos de sol, por lo que aunque con calor la primera parte se hace mas llevadera que en días pasados. El sendero no tiene desperdicio, va ganando altura y ofreciendoe cada vez vistas mas amplias de todo ese territorio del que tocaba despedirse. Cada cierto tiempo encendía el gps para verificar que todo iba bien, y de paso comprobar la altitud. Definitivamente en Picos los metros no parecen avanzar, je. Tras largo rato de ascenso el camino pasa a convertirse en veredas intuitivas a base de roca, guiadas siempre por mojones. Miro hacia las cumbres y parece que no están tan lejos, y se divisa un punto que aparenta ser el final de la subida, pero no, una vez llegabas a él volvías a ver otro mas lejano, y así hasta que lentamente van desapareciendo las esperanzas y pienso que esto no va a parar de subir nunca. Las paradas son cada vez mas frecuentes, las fuerzas mas escasas, no quiero subir maaaass!!
Y de nuevo el verde da paso al blanco y gris, y de nuevo se rebasan los dos mil, cuando llego al anhelado collado. Y que es lo que ante mi vista se presenta? Pues un pedazo de hoyo en el que, como no, hay que adentrarse para buscar su otro extremo, subir por él y alcanzar un nuevo collado, y....., vuelta a empezar. En los hoyos el camino se pierde y hay que ir medio siguiendo mojones, medio intuyendo el collado al que dirigirse. Y así hoyo va, hoyo viene, mojón va, mojón viene, collado va, collado viene, y el paisaje se vuelve desolador. La noche de Collado Jermoso comentaban que era en este macizo donde mas desapariciones había, pues aunque era menos vertical y por lo tanto menos peligroso, era mas sencillo extraviarse en él y mas frecuente la niebla. Y fue entonces cuando comprendí a lo que se referían. Yo, que iba con mi gps a media carga, temía que entre tanto hoyo esta fuese a agotarse. Bueno, lo peor que podía pasarme era tener que pasar una noche por ahí y luego darle uso a mi capacidad orientativa. Pero por suerte esto no hizo falta, y cuando menos me lo esperaba el sendero volvió a ensancharse y a parar de subir. El refugio estaba a 1460 m., así que había que descender otros 700 m. Ya las piernas no quieren seguir mas, las plantas de los pies sienten como se le clavan hasta la ultima de las piedrecillas, asi que paro a zamparme el gran bocadillo que la señora del supermercado me había preparado. Luego sigo perdiendo altura y mas adelante me tropiezo con un grupo con el que llego hasta el refugio. Aun había tiempo de continuar hasta el final de la travesía, pero ya no me quedaban muchos ánimos ni fuerzas para continuar, así que prefiero pasar la noche en Vegarredonda. Me doy la primera ducha en condiciones desde que empezara a caminar, y eso siempre se agradece. Después disfrutamos de una buena cena; paella y lomo, para recomponerse uno un poco. Y así se despidió este día, y prácticamente la travesía, ya solo quedaba un paseo hasta el lago Enol.
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