"La cartuja de Parma" es un sueño imposible de energía juvenil, de plena vitalidad. Stendhal se permite el lujo de imaginar a un héroe entregado al frenesí de la acción porque sí, impulsado por lo que él llama "ese instinto de felicidad", viviendo entre exaltantes peligros y aventuras, superando obstáculo tras obstráculo casi con una sonrisa en los labios. El sueño apenas conoce trabas, la novela ofrece ahora espacio suficiente a la fantasía y se convierte en el terreno de pruebas imaginativo de una gran personalidad.
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