Luego, tocaba ir haciendo más kilómetros, ahora bordeando la costa, por carretera llevadera y pasando junto a una emblemática montaña de la zona (no consigo recuperar el nombre), cuya ascensión partía de la misma carretera por la que yo pasaba (Si, me quedé con las ganas de subir). Continué hacia adelante, momento en que me tropecé algún que otro ciclista, hasta que paso junto a una chica que observo un tanto apurada. Le pregunto si necesita ayuda, más sintiendo que este ofrecimiento podría convertirse en una mera formalidad que el que ella fuera a aceptarla. Sin embargo, acepta mi ayuda y pronto me veo cambiándole la rueda de su bici de asfalto. Hecho esto, continúo mi rumbo dirección Westport, donde no me entretengo. Ahora la intención era desviarme de la carretera por la que iba, antes de alcanzar Castlebar, y eso hago justo cuando comienza la luz a menguar y mis rodillas a dolor de manera alarmante y repentina, de modo que pronto me siento prácticamente incapaz de dar una sola pedalada. No quisiera que se piense que exagero. No podía apenas pedalear, así que se puede imaginar con cierta facilidad la impotencia que surge de esta situación, pues me encontraba circulando por una carretera flanqueada de bonitas viviendas, ni rastro de un lugar donde parar a pasar la noche, y esta, a su vez, estaba a punto de llegar. Aun no sé muy bien cómo lo hice una vez más, pero con un intenso dolor, con unas punzadas tremendas en cada una de mis rodillas, seguí avanzando como pude, hasta que finalmente la noche llegó. Ni veía ni podía ser visto. Son momentos de cierta exasperación. Todo sería muy distinto si no llevara todas las horas que llevaba sobre la bici, ni todos los días que llevaba y esperaba todavía tocasen por venir (aunque mis rodillas no me permitían ser del todo optimista) Pero el agotamiento vuelve algo crítica esta situación un tanto ridícula, en la que yo solito me metí. Y así transcurrió un hermoso tiempo que debiera estar reservado para el reposo, hasta que..., "podía haber encontrado un pequeño desvío que me conducía junto a la misma carretera, pero detrás de unos arbustos; el suelo, para mi sorpresa, de hormigón. Podía, bajo la desesperación, influido por una atroz necesidad de reposo, por el intenso dolor de rodillas, montar la tienda allí mismo, sin poder clavar las piquetas, con un viento endemoniado que amenazada con partir la pequeña estructura que me facilitaba el descanso. Podía haber tenido que introducir piedras en su interior para estabilizar un poco y luego haber pasado una de las peores noches de todo el viaje, teniendo incluso que salir, de madrugada, para recolocar la capa externa de la tienda, que se había echado medio a volar". Esto podía haber sucedido, pero creo que no fue lo que sucedió. ;)
De Cong a Lough Beltra. (Día 14)
Luego, tocaba ir haciendo más kilómetros, ahora bordeando la costa, por carretera llevadera y pasando junto a una emblemática montaña de la zona (no consigo recuperar el nombre), cuya ascensión partía de la misma carretera por la que yo pasaba (Si, me quedé con las ganas de subir). Continué hacia adelante, momento en que me tropecé algún que otro ciclista, hasta que paso junto a una chica que observo un tanto apurada. Le pregunto si necesita ayuda, más sintiendo que este ofrecimiento podría convertirse en una mera formalidad que el que ella fuera a aceptarla. Sin embargo, acepta mi ayuda y pronto me veo cambiándole la rueda de su bici de asfalto. Hecho esto, continúo mi rumbo dirección Westport, donde no me entretengo. Ahora la intención era desviarme de la carretera por la que iba, antes de alcanzar Castlebar, y eso hago justo cuando comienza la luz a menguar y mis rodillas a dolor de manera alarmante y repentina, de modo que pronto me siento prácticamente incapaz de dar una sola pedalada. No quisiera que se piense que exagero. No podía apenas pedalear, así que se puede imaginar con cierta facilidad la impotencia que surge de esta situación, pues me encontraba circulando por una carretera flanqueada de bonitas viviendas, ni rastro de un lugar donde parar a pasar la noche, y esta, a su vez, estaba a punto de llegar. Aun no sé muy bien cómo lo hice una vez más, pero con un intenso dolor, con unas punzadas tremendas en cada una de mis rodillas, seguí avanzando como pude, hasta que finalmente la noche llegó. Ni veía ni podía ser visto. Son momentos de cierta exasperación. Todo sería muy distinto si no llevara todas las horas que llevaba sobre la bici, ni todos los días que llevaba y esperaba todavía tocasen por venir (aunque mis rodillas no me permitían ser del todo optimista) Pero el agotamiento vuelve algo crítica esta situación un tanto ridícula, en la que yo solito me metí. Y así transcurrió un hermoso tiempo que debiera estar reservado para el reposo, hasta que..., "podía haber encontrado un pequeño desvío que me conducía junto a la misma carretera, pero detrás de unos arbustos; el suelo, para mi sorpresa, de hormigón. Podía, bajo la desesperación, influido por una atroz necesidad de reposo, por el intenso dolor de rodillas, montar la tienda allí mismo, sin poder clavar las piquetas, con un viento endemoniado que amenazada con partir la pequeña estructura que me facilitaba el descanso. Podía haber tenido que introducir piedras en su interior para estabilizar un poco y luego haber pasado una de las peores noches de todo el viaje, teniendo incluso que salir, de madrugada, para recolocar la capa externa de la tienda, que se había echado medio a volar". Esto podía haber sucedido, pero creo que no fue lo que sucedió. ;)
Etiquetas:
De Irlanda a España en bici
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario