Tras aproximadamente 140 kms. de caminos, algunos merecedores de su propia definición, otros no tanto. Después de acumular un desnivel positivo superior a los 10.000 m., a través de las abruptas murallas que componen este macizo; de infinidad de horas bajo los ardientes rayos de sol, que parecían transformar mi cuerpo en carbón; de imágenes que parecían haber quedado congeladas en el tiempo, por su impecable estado de conservación; de disfrutar de la compañía ofrecida por la diversa fauna que por estos parajes reside; de superar momentos que la soledad parece prolongar hasta la eternidad; y de muchas cosas mas, una vez mas, estamos de vuelta en esta repetitiva porción de ese particular dibujo al que denominamos vida.
Han sido unos días imborrables, los cuales me han ofrecido, como cada experiencia de este estilo, múltiples sensaciones y perspectivas, no solo las que directamente el entorno me ha brindado, sino las que gracias a él he conseguido arrancar desde dentro.
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